lunes, 11 de junio de 2012

Sin juego ni palabras

CICLÓN. Caruso metió a Romagnoli cuando el barco ya hacía agua. Luego todos se refugiaron en el silencio. Menos el Pipi: “Estamos vivos.”



Todos salieron en fila india sin decir ni mu. Nadie quería, o quizá no podían, explicar lo que había sucedido minutos antes dentro del campo de Tigre: San Lorenzo con muy poco de fútbol y nada de actitud volvió a caer en zona de Promoción (cuando comenzó el partido estaba afuera de todo). Todos se fueron derechito al micro, mientras Ricardo Caruso Lombardi caminaba en la antesala del vestuario de aquí para allá como un león enjaulado. El entrenador solamente habló con el vicepresidente del club, Jorge Aldrey, a puertas cerradas. El micro partió de Victoria rumbo al Nuevo Gasómetro con un plantel de caras largas y amarguras. Y no es para menos, ni ellos, ni el entrenador, le encuentran la vuelta a esta cuestión de salvarse del descenso. Quedó confirmado que el segundo tiempo con Newell’s solamente fue un sueño. Ayer el Ciclón despertó y volvió a su triste realidad, casi, casi, la de cada fin de semana. Derrotado como en esa guerra que presagió Caruso y que no fue.
La verborragia del técnico volvió a callarse, ¿habrá que ver hasta cuándo?, aunque no se aguantó y se fue del campo de juego gesticulando a la tribuna de Tigre, refiriéndose a las dos expulsiones que sufrió su equipo. No había mucho para decir, las pruebas estaban a la vista: su equipo juega de mal en peor y para colmo él le agrega una dosis, bastante grande, de amarretismo.
Para en la cancha equipos con poco fútbol y solamente espera que un pelotazo para los de arriba lo salve. Y como se vio ayer en Victoria, ni siquiera eso lo va a salvar. Se empecina en poner a Leandro Romagnoli en el banco y tirarlo a la cancha cuando las papas queman. Ayer, cuando el Pipi entró, se vieron los únicos momentos de alguito de fútbol en el equipo. Caruso recién se la juega cuando va perdiendo. No sabe, por lo visto en San Lorenzo hasta el momento, asumir el protagonismo que requiere el equipo en estos momentos de crisis. Tal vez no se haya dado cuenta todavía que puede quedar en la historia por mandar a un grande al descenso. Por supuesto que no es el único responsable del desastre: la lista es interminable.
Y fue Romagnoli el único que dio la cara, para calmar los ánimos y vislumbrar lo que se viene: “Estamos en una situación complicada. Estábamos afuera de todo y ahora caímos nuevamente en Promoción, pero, bueno, nos quedan dos partidos para dar vuelta la historia. San Lorenzo todavía está vivo. Los dos rivales que enfrentaremos ahora no vienen también como Tigre así que ahí tendremos que aprovechar nuestras virtudes al máximo para tratar de conseguir los tres puntos”.
Al Ciclón le quedan dos partidos trascendentales para su futuro. Primero, el golpeadísimo Independiente en Avellaneda, el próximo domingo, y como frutilla del postre San Martín de San Juan, hoy también en la Promoción, en el Bajo Flores. El respirador a este pobrecito San Lorenzo todavía le funciona, pero no vaya a ser cosa…< Un futuro muy incierto San Lorenzo, para variar, no gana para disgustos. Si bien ante Independiente regresará Buffarini, Caruso Lombradi pierde a tres titulares: Alvarado, que llegó a la quinta amarilla, Kalisnki y Kannemann, ambos expulsados. Entonces en esta semana de entrenamientos, los cuales aparentemente serán todos a puertas cerradas y sin atención a la prensa, el entrenador tendrá que buscar variantes para formar el equipo para jugar en Avellaneda. Por ejemplo, es casi seguro que Fernando Meza irá por Alvarado como lateral derecho y José Palomino por Kannemann en la izquierda. El gran interrogante es quién jugará en remplazo de Kalinski. ¿Se la jugará el DT y pondrá de entrada al Pipi, plantando un 4-3-1-1? O improvisará con Tellechea o Méndez para hacerle compañía a Ortigoza. Habrá que esperar hasta el sábado próximo para develar con qué armas Caruso tratará de mantener a San Lorenzo en Primera. Árbitro Diálogo Uno de los principales protagonistas, Pablo Lunati dijo sobre su diálogo con Caruso Lombardi, quien fue hasta el vestuario del árbitro, tras el partido: “Lo que hablé queda entre nosotros. Él entiende como soy yo y yo sé como es él. Fue un diálogo ameno y después vino a charlar un rato en el vestuario.” TIEMPO ARGENTINO

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