Al final, brava era la dirigencia

Un papelón: Vélez hizo pasar a dos barras como parte de la delegación. La Policía los descubrió.
Vestido con la ropa de jugador del Fortín, el Gato se instaló en una cabina de transmisión partidaria. Creía haber logrado su objetivo: burlar la prohibición de ingreso de hinchas a la Bombonera. El Gato no es un simpatizante cualquiera: forma parte de La Pandilla, la barra brava de Vélez. Pero a la gente de Seguridad su cara le sonó conocida. Chequearon con sus archivos y gritaron bingo. En el entretiempo fueron hasta donde estaba, le preguntaron si era periodista, el Gato contestó que no, le pidieron los documentos, dijo no tenerlos y entonces le labraron una contravención y lo echaron de la cancha. Después, vino lo peor: la Policía confirmó que no había ingresado al estadio por la puerta de prensa sino como parte de la delegación de Vélez.
“Lo que sucedió fue una vergüenza. En la puerta de prensa pusimos varios policías y controles de Boca para que no entraran ‘conocidos’. Tenemos la versión de que habría ingresado como personal del catering. De la misma forma hicieron entrar a otro barra que también echamos. Lo de los dirigentes a esta altura es tristísimo. Así jamás vamos a ganar la lucha contra la violencia”, le dijo una fuente de la Policía a Olé .
La relación de la dirigencia de Vélez con su barra ya enhebra varios capítulos. Durante la vuelta olímpica en el título del Clausura 09, el presidente Raffaini aparece abrazado a conspicuos barras. Durante el verano de 2010, La Pandilla organizó el evento de cierre de la pileta, tenía una oficina en el Polideportivo y jugaba allí al fútbol los jueves a la noche. El 13/8/10, las dos fracciones de la barra se agarraron en la confitería y después a los tiros en el frente del club. El día de la suspensión del partido con San Lorenzo (20/3), hay videos donde se muestra cómo ingresan los violentos con complicidad de toda la organización.
Y sí: si seguimos así, estamos fritos.
GUSTAVO GRABIA
OLÉ