sábado, 17 de noviembre de 2012

La restitución le ganó a la utopía

Sé que la utopía ganó las calles en algún invierno gris, que los poetas y los locos se adueñaron de su bohemia para hacerla canción.
Pero puedo asegurar que hubo un grupo de desquiciados que lograron transformarla en sinónimo de restitución.
Llegaron como anónimos con todas las de perder, solos con sus convicciones. Martillaron cerebros, cambiaron la cerradura de todas las puertas que estaban cerradas por el olvido, y abrieron el cielo. Despertaron a los muertos ( los del paraíso y los del infierno ),
destaparon ollas, derritieron el asfalto y salieron desde el fondo de la tierra todas las verdades. Salpicaron a unos cuantos,
los mismos que ya estaban manchados y a los que los trajes de saco y corbata no pueden ocultar.
Y lo peor de todo, avanzaron. Atropellaron. Se llevaron por delante los prejuicios, los intereses, las políticas, las mafias,
los negociados. Les pidieron pruebas y las tuvieron.
Exigieron Justicia. Sólo eso.

Desparramaron el virus de la memoria, lo contagiaron, lo inyectaron en cada vena azulgrana. Y la sangre llegó al río.
Creció hasta el mar e inundó las costas metiéndose en todos los puertos. Los barcos levantaron anclas y zarparon.
Con la bandera de la Vuelta comenzaron el regreso. Desde cada rincón. De norte a sur, de este a oeste. Y se centraron en el punto cardinal que la brújula indicaba como el de un Ciclón.

Hay un lugar en el mundo en donde la línea del tiempo une las voces. Hay una baldosa en donde nos podemos parar y sentir ahí mismo el festejo de los goles del Gringo, ver como se deja la vida por los colores a lo Urso, bailar carnavales , rodar pelotas de tantos campeonatos, escuchar los cantos, los gritos, la fiesta, las declaraciones de amor, las manifestaciones, el sonido de un chapuzón, los pasos de Lorenzo ... y dejar huella. Huellas que están ahí, a pesar de los atropellos, de los despojos, de las barbaries, de las matanzas, de la destrucción y del perfume francés con el que intentaron tapar el olor a podrido.


Se que aquel grupo de desquiciados, hoy está ganando la batalla. Con las armas de la democracia, con la aplicación de la Justicia, con la fuerza de la lucha, y devolviéndole la libertad a los sueños que nunca dejaron de habitar el suelo de Av. La Plata.
La mayoría dirá que nos están restituyendo nuestras tierras robadas por la dictadura. Que luego de más de 30 años al fin será Justicia.
Nosotros sabemos que nunca nos fuimos. Que nadie se fue y que el alma de Boedo es San Lorenzo.
Y que si no fuera por ese grupo de desquiciados quizás seguiríamos hablando de utopías.
Por eso, a todos: Bienvenidos nuevamente a Casa.

Alejandra Abboud

PRENSA SCH CASLA

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